El alma Noir sabe a pulp, D. Goodis

septiembre 18, 2013 Jon Alonso 34 Comments









Una vez me pregunté como escribía tan bien aquel entusiasta parapléjico con su “lettera 10”, portátil de color rojo. Ese tipo, era el tío de uno de los inolvidables amigos de mi querida EGB. Esos que te acompañan en tus últimas visiones de la vida o exhalos del final de nuestra escapada. A lo largo de su existencia escribió más de 500 novelas para la editorial Bruguera de bolsillo. Lo hacía bien y con estilo. Al final comprendí esa extrañeza del porqué aparentaba una felicidad imperecedera. Era un gran escritor como David Goodis, autores pulp: cultos, ilustrados y metódicos. Si hay Noir es porque la prosa Noir genera la génesis de todo conflicto; la cultura del crimen. David Goodis fue un autor poco conocido de novelas policiacas "de kiosco", como las del tío de mi amigo. Empero, sus historias y personajes atraparon a muchos incondicionales. Ahora 95 años después, la creme existencialista contra la que luchó Curro Jiménez; el último tío y actor de este destripado y saqueado país; Sancho Gracia. Reclaman su excelsa obra. Legado y misión con  redoble de tambores. En el fondo un ruido leve y espaciado. La gloria literaria es efímera en la tierra, más  que  si fueran gotas de lluvia en el capo de un viejo Ford. David Loeb Goodis nació en Filadelfia, allá por el año 1917. De familia judía, murió con apenas 49 tacos. Víctima del alcohol, la soledad, la tristeza y algún que otro brote esquizofrénico. Un año después de que yo alunizará por Azulandya. David era un enamorado de su ciudad, tanto como el odio que sentía por ella. Anduvo por la universidad de Indiana, pero se aburría de la rigidez del sistema y la tramoya que tenían organizada la troupe del rectorado. En 1938 la abandona. Con 21 años, escribe su primera novela y atisbamos a un tipo con recursos literarios adictivos. Leemos textualmente: "Permaneció allí, junto a la mesa, contemplando fragmentos de uña”.  Su pluma oscura y delicada como un Scheffer elástica y frágil nos descubre una escritura que olfatea el aire roído de la noche.















Buscando ese aroma fresco de las almas en vilo, las mismas que están a punto de ser liquidadas por otros o por su propia absurda existencia. No obstante, DG sigue siendo un desconocido. Inicia el proceso Don Draper; la publicidad. Pero en su ADN florecía la palabra escritor. Y ahí amigos… O  se nace o lo demás son terapias y entretenimientos webesféricos llamando a las puertas de Batavia. Había que comer y los bolos de las agencias de publicidad  mantenían el parcheado. Comenzó a escribir como un poseso todo tipo de novelas en los estilos más inimaginables; crimen, drama, enredos de amor, picantes, Sci-fi, Western y etc. Diariamente, llegó a redactar unas 10.000 palabras: una locura. Se habla que en 5 años y medio llegó a crear cerca de 5 millones de palabras para todo tipo de novelas pulp. En la década de los 40 estuvo trabajando para cadenas de radio, escribiendo guiones y probó suerte en editoriales con mayor prestigio. La empresa se presentó en balde. Pero su creatividad no bajó la guardia  hasta que el gran estudio Warner Broos se cruzó en su camino y se marchó a la colina de las vanidades, donde firmó un contrato de seis años. Tras su primer éxito de crítica con su novela “Dark Passage”, la cual,  se publicó en el The Saturday Evening Post, a modo de entregas semanales. Goodis, estaba alucinado, pues “Dark Passage” (la senda tenebrosa, 1947) iba a ser una película). Protagonizada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall. Dirigida por el ínclito Delmer Daves. Este último se aprovechó de la poca identidad de Goodis. Es obvio, que para toda esa amalgama de vanidad y artificio seguía sin ser nadie. Daves y su grey se encargaron de transformar la novela en el guion cinematográfico de la película de culto protagonizada por la pareja de moda de aquella época. “La senda tenebrosa” (1947) es evidente, que a estas alturas nadie niega que estamos ante una pequeña obra maestra del Noir.















No vamos a ocultarlo. Bien, pensaran Uds. ¡qué claro cómo era un bienpagado del estudio. Sí y tal con Pascual! Sin embargo, es muy duro ver como un hijo tuyo es despellejado y triturado. ¿Falta de carácter. Un careto atípico o los daños colaterales de la industria del cine, que nunca lo consideró un escritor serio? Peckinpah daría su tesis sobre las putas; buenas y malas. Claro, que mi adorado Sam no cuenta con aquello de los egos, las poses y dime quién eres, te diré con quién vas. Buena cuenta podría dar esa retahíla, que no voy a nombrar para no generar ningún conflicto —coetáneos— que nunca le echaron una mano. Ni te la suelen echar en toda tu vida. A veces, una sonrisa y no te quejes. Les va tintineando el sonajero de la vida. Sus guiones se manipulaban sistemáticamente por la graciosa divinidad del productor de turno. Dicen que eso le volvió un hombre más triste y melancólico. En 1950 con apenas 33 años decide regresar a la vieja  Filadelfia y comienza de nuevo a reinventarse, como periodista y autor (bajo seudónimo) de novelitas basura para los libros de bolsillo —baratísimos— impresos en papel de diario, con dibujos sensacionalistas en sus tapas. Todos los santos días delante de su máquina de escribir e instalado en la casa de sus padres. La conocida, 6305 de North 11th Street, Filadelfia. Allí se hizo cargo de Herbert, su hermano esquizofrénico, y se ocupó de su padre, dicen que pudo haber sido su único gran amor. Más tarde descubriremos que Goodis tuvo sus escarceos. Estaba tan empanado que en su primera novela olisqueaba algo así como; “Al rato, uno se siente tan mal que quiere detener el mundo en ese instante.” Es curioso que con esa prosa, nadie le hiciera caso. La eterna historia del personaje Noir, pues Goodis era el mejor personaje de sus novelas. Solamente, pensar por un momento, lo que significa el recorrido por las 17 mejores novelas que firmó da vértigo.














El Minerva diamantino. El tema absoluto a  lo largo de la obra de Goodis es el fracaso, la mala suerte como entidad vital; la soledad y la tristeza.  “Al caer la noche”, de 1947, refleja con nitidez su visión de la existencia, es más el cineasta Jacques Tourneur recogió ese mensaje. Trasladando, junto a Silliphant por una vez la verdadera atmósfera de los diálogos de DG. Sin embargo, será con Paul Wendkos donde encuentre el cenit de su carrera. Pues, fue el auténtico guionista  al lado de un director que le tenía afecto y respeto. El caso de su novela Viernes 13. Es perturbador. Citamos —textualmente— unas líneas. “Es viernes 13 y para ciertas personas, éste es un día que no termina nunca. Lo llevan consigo permanentemente”. Sus personajes se mueven en un mundo sin salida, como en  "la calle de los perdidos". Llevada a la gran pantalla por un crepuscular y eficiente Sam Fuller en Francia con el nombre deLa calle sin retorno”. Un libro esencial, en la obra de este autor. No quiero olvidarme  de “Rateros”, la tengo muy fresca aún y como hemos comentado, anteriormente Paul  Wendkos la adaptó como “The burglar” (El ladrón). En dónde un fantástico Dan Dureya y una primeriza, Jane Mansfield dan vida a  unos personajes exasperados y ardientes de palpitaciones en los papeles principales de la auténtica obra de DG.  La máxima de  la constante  desesperanza, plano a plano. Si comparamos los héroes de Goddis con los taciturnos antihéroes de Chandler, observamos que en la prosa de D. Raymond  siempre se atisba un glaseado  de esperanza, un vistazo generoso en la redención y la exploración correcta. Por el contrario,  El Spade de Dashiell Hammett, se caracterizó por su cinismo. Jugaba al póker del toro pasado, siempre se puede obtener algo de justicia poética y real. Los personajes de Goodis, en cambio, están marcados desde su encargo premarital. No hay obstáculos que puedan alterar el devenir de los acontecimientos. La predestinatio es un hecho. Y por ende, la muerte. La autodestrucción no sin antes haber sufrido un proceso de autohumillación, una culpa solapada al cogote, que tatúa —incesantemente— la desolación del redundante acomodo; el carnaval de los perdedores.















Un planeta inerte, baldío e infecto de aridez. El concepto existencia para Goodis, es pura hermenéutica  circunstancial. Sus personajes laten en la constante  escapada de un pasado defectuoso, donde la desdicha es sustantiva. Nadie espera que lluevan brevas del futuro: la insatisfacción del latir de sus corazones. De su vida personal, poco se sabía hasta hace poco tiempo. Pues, siempre se comentó que DG, fue soltero y no se conocía relación alguna. No obstante, según fuentes de la última biografía sobre el escritor; estuvo casado con Elaine Astor de 1943 a 1946. Finalmente tras apenas, tres años de convivencia se divorciaron. No tuvieron hijos. En 1963, fallece su hermano Herbert al que se debía, junto a la escritura por completo. Tres años más tarde su madre. El golpe fue terrible, lo que propicio la caída en barrena de Goodis. Por su propia voluntad, acabó recluido en un hospital psiquiátrico. El 7 de enero de 1967, una mañana cercana a la hora del almuerzo fallece con 49 años. Las causas de la muerte se achacaron a un ictus, pero se habla de un posible affaire oscuro, donde unos tipos pudieron haberle dado una paliza. Ver y leer para creer. Ni en la ficción termina su realidad. Goodis llevó a cabo un proceso de demanda contra la cadena de TV ABC, que estrenaba la serie, “el fugitivo” (1963). Acuso a la productora de plagio por utilizar al personaje principal y el resto de la trama como un spin-off de su novela “Dark Passage”.













El proceso se dilató hasta 1972 donde el caso quedó cerrado. No obstante, el sindicato de guionistas, por una vez se puso del lado del escritor en todo este asunto. Por aquel entonces, todos sus libros estaban descatalogados en USA. Veinte años más tarde se llevó a cabo, un proceso de reedición de su obra con escasos resultados. David Goodis fue descubierto en Francia unos años después. Cuando el cineasta, Francois Truffaut dirigió la célebre “Disparen sobre el pianista”, una buena película basada en la novela de DG, “Música en el fango”. La crítica cinematográfica se deshizo en elogios con el galo, pero muy pocos escudriñaron en el auténtico embrión de la autoría; el portentoso hombre de la máquina de escribir de Filadelfia. Un ser humano lleno de angustia, de oscuridad, de fatalidad y sin esperanzas. En la Francia de postguerra, la de Sartre pudo residir el alma de este amanuense del Noir y la subcultura del pulp. En las décadas de los 70 y 80 se realizaron remakes de sus novelas con más pena que gloria. Ni los directores estuvieron a la altura ni los guiones estaban empapados de la macula insoslayable del candor Goodisiano. El hombre triste y trabajador de Filadelfia nunca terminó de encontrarse con Camus en Paris. Prefirió seguir conduciendo su mugriento y escacharrado Crhrysler por los aledaños del viejo y canalla Downtown en los Angeles, de otrora tiempos mozos. Ya lo dijo Wilder; nadie es perfecto. Sólo la cultura del crimen  perdura y la desdicha aguarda un futuro inexistente. Al igual que la de aquel amanuense de su vieja lettera 10 roja a bordo de su inseparable silla de ruedas.









                                     Dedicado al gran Joseph Berna el tío de mi amigo Paco J. Cantó





Fotogramas adjuntados


David Goddis junto a Bogie y Laurent Bacall posando tras el annuncio del rodaje 
Dark Passage by Delmer Daves (1947)
Al caer la noche by Jacques Tourneur  (1956)
Honor de ladrón by Paul Wendkos (1957)
Tirad sobre el pianista by François Truffaut (1960)
Como liebre acosada by René Clément (1972)




                








Biografía consultada y recomendada


"Goodis la vie en noir et blanc", Philipe Garnier. Biografhie Ed. du Seuil (1984)